Tenía 19 años cuando el mundo de las manadas entró por mis ojos, pasó por la curiosidad de mi mente y me llevó a encontrar y reconocer mi inteligencia interpersonal por medio de la observación y empatía.
Con ella empecé a satisfacer la curiosidad que llenaba mi mente y me llevó a una pregunta:
¿Por qué los perros son felices y yo no?
Pasaba horas viéndolos jugar, relacionarse entre ellos y moverse sobre lo que llamo, instintos primarios.
Ahora esa pregunta no solo tiene una respuesta, tiene una motivación, un enfoque que me ha llevado a conocer cientos de clientes para cambiar su forma de ver y entender la relación con sus perros por medio de la capacitación al tutor en el comportamiento y desarrollo animal en el área social.